Casa Atelier Lind en Urmein (Suiza)
Bearth & Deplazes 

Casa Atelier Lind en Urmein (Suiza)

Bearth & Deplazes 


Todo comienza con un triple conflicto de objetivos: el solar en el municipio de Urmein, en la zona de Heinzenberg, es de grandes dimensiones, y solo un edificio igualmente grande y voluminoso podrá llenar el vacío en la estructura urbanística del pueblo.

Por otro lado, el presupuesto disponible es extremadamente limitado y, aunque se construirá una casa adosada para la propietaria y su hijo —un deseo que ya de por sí ejerce una fuerte presión sobre las posibilidades de financiación—, no se podrá alcanzar ni de lejos el gran volumen de edificación deseado desde el punto de vista urbanístico.

Por último, ambas mitades de la casa también deben contar con estudios, una necesidad surgida de la experiencia durante la pandemia de coronavirus, que ha dejado una huella duradera en las nuevas exigencias del programa de vivienda.

¿Qué hacer?

Para asumir este ejercicio de malabarismo arquitectónico, se requieren restricciones rígidas e interpretaciones radicales. El programa de vivienda, el tamaño de las habitaciones, el nivel de equipamiento, el método de construcción y el estándar de vida: todo debe ser replanteado y evaluado nuevamente.

Pronto queda claro que las habitaciones que deben estar calefaccionadas en invierno —y, por lo tanto, bien aisladas—, a las que llamaremos habitaciones de invierno, son mucho más caras de construir que las habitaciones de verano, aquellas que no requieren calefacción. Por ello, se plantea construir una casa de invierno con habitaciones mínimas, pero suficientemente grandes, un refugio invernal que se complemente con amplias habitaciones de verano. Estas últimas pueden utilizarse sin problemas desde la primavera hasta el otoño, aunque a veces resulten frías. Sin embargo, en verano proporcionan sombra y protección contra el viento y la intemperie durante las estaciones de transición. Por razones urbanísticas, se mantiene la idea de construir una casa de gran volumen.

Las dos unidades de la casa adosada están construidas en madera, tienen una planta muy estrecha y son básicamente iguales. Están situadas una frente a la otra, separadas por un espacio intermedio. Entre ambas, hay un patio abierto delimitado por sencillas paredes de entramado de madera y por porches que comparten las dos casas. A través de los porches se accede a las entradas principales. En la planta baja, a ambos lados del patio, se encuentran los estudios. En caso de necesidad —por ejemplo, en la tercera edad—, estos espacios podrían transformarse en pequeños apartamentos independientes.

En la planta superior, bajo el tejado, se ubica la zona de estar, que incluye la cocina y el comedor, donde la cubierta inclinada proporciona una sensación de amplitud espacial.

Entre ambas plantas, en un nivel intermedio de solo dos metros de altura, se encuentran el baño y los dormitorios, que miden apenas 3,5 m², similares a los compartimentos de un coche cama. Esta distribución da la impresión de que las dos mitades de la casa consisten en dos espacios alargados superpuestos.

La construcción de las dos mitades en madera se simplificó al máximo y fue realizada por un carpintero local. Los techos están hechos de paneles de madera maciza sin tratar, no hay aislamiento acústico, subsuelos ni revestimientos de suelo.

Dado que las paredes exteriores de las habitaciones de invierno están bien aisladas, no se instaló calefacción por suelo radiante ni radiadores. Para los períodos de frío más intenso, son suficientes dos estufas de esteatita rescatadas de una casa antigua. El agua caliente se genera mediante una sencilla bomba de calor. Solo una de las dos mitades de la casa cuenta con un sótano.

El valor añadido de la casa no radica únicamente en su función residencial. Además de servir como taller ampliado y, con sus porches, como un espacio al aire libre protegido de la intemperie, tiene el potencial de convertirse, más allá de su uso privado, en un lugar público para la vida cultural del pueblo.

Quien haya visitado alguna vez el Globe Theatre de Londres, la reconstrucción del teatro de Shakespeare, puede imaginarse lo bien que podrían celebrarse aquí representaciones y eventos.

Solo queda pendiente cubrir la última parte abierta del tejado con un techo de cristal o de láminas transparentes para que el patio quede libre de nieve y completamente protegido de la intemperie. Por desgracia, el presupuesto no alcanzó para ello. Por supuesto, sería aún mejor un dispositivo retráctil que pudiera desplegarse y recogerse según las necesidades. Quizás el futuro traiga la solución.